Cuando hablan de los presupuestos para Planes sociales,
cuando discuten sobre asignaciones y subcidios, no falta quién repita: -Esto es Pan y Circo-.
Cuando, cada año inauguran una nueva temporada de Gran
Hermano, de Tinelli, de todos los programas de "chusmerios" y
"farandula", a más de uno se nos viene a la cabeza, hay que
admitirlo, -Esto es Pan y Circo-. Alguna
vez la frase cliché suena con más énfasis de lo que debería, y entonces alguien
la responde: - Es para que no pensémos en
la traba de importaciones, la inflación, los dólares… (y la lista sigue por
un buen rato) Dos
mil años, y no hemos cambiado nada… -.
Aunque parezca que no hemos cambiado nada, la verdad es que si. La sociedad
sí cambió, la humanidad sí evolucionó en estos dos mil años. El Panem et circenses romano consisitía en
regalar (o vender extremadamente barato) trigo y pan, y entradas al circum con el fin de mantener a la gente
“conforme”. Entonces, el lector se preguntará: ¿en qué cambiamos?. Bien, con
cambio no digo que el “triticum omnibus”
se cambió por “Milanesas para todos”, ni que la lucha de gladiadores ahora son
bailes cuasi pornográficos y diálogos sin contenido, con la estupidez como
fundamento para la popularidad. La evolución cavó más profundo, los problemas
que son ignorados son los realmente importantes.
¿Y qué digo de nuevo? Bueno, seguramente hay quién todavía se desconcentra
hasta con lo más vulgar. Pero, quiero creer que son pocos los que no se dan
cuenta que hay menos productos en los supermercados, que se cierran fábricas por falta de repuestos, y que estamos en un corralito
fiduciario, entre tantas otras. Pero, no nos distraigamos con esto, que también
es circo. Ah! –dirá el lector- ¿Entonces hablamos de corrupción,
enriquecimiento ilícito, la soberanía de Malvinas, la Famatina? No señores! ¿De
los peronistas o los radicales? Tampoco, lo que nos hace falta en la Argentina,
así como en los países hermanos de Latinoamérica, es sentarnos a replantear las
bases. Mientras que en las potencias mundiales se definen como capitalistas,
socialistas o hasta comunistas, nosotros nos definimos como “K” o
“Clarinistas”.
¿Exagerado? No lo creo. Los grandes pueblos, las grandes personas, no
hablan de Polino o de Florencia de la V, ni siquiera del precio de la papa,
pero si de ideas e ideologias. En un país de verdad no hay Macri, Kirchner ni
Chávez, hay Filosofía política, social y económica. Más de uno cree que -con ideologías no se para la inflación, ni
me van a dejar de robar-. Estan equivocados quienes lo digan. Recuerdo la
parabola de la casa en la arena y la casa en la piedra. Por bien que se construya
la casa, cuando suba la marea, se necesita algo mas firme que la arena.
Ya que estamos con el latin a full, usemos la frase: ¿Quo vadis? (¿A dónde vamos?), para ponerle nombre a la carencia
que tenemos. Decidamos bien a dónde, concensuemos nuestro objetivo final,
nuestra meta como Patria, como Nación, y porqué no, como Continente. Una vez
que tengamos un fin claro, dediquemonos a encontrar los medios para llegar. La
frase de Maquiavelo no decía que los medios justifícan el fin, porque primero
se decide el destino, y luego el camino. Releamos ese librito de primaria que
en el preámbulo habla de “[...] la unión nacional, [...] la justicia, [...] la
paz interior, [...] la defensa común, [...] el bienestar general, y [...] la
libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del
mundo [...]”. Por si algún lector no lo recuerda, ese libro, es la carta magna
de la República, la Constitución Argentina.
Desde los realities del morbo, hasta la pobreza funcional, pasando por los robos
y las malvinas, son problemas concecuencia de un problema base, los principios.
Si discutimos sobre sobre la ley de retenciones al trigo, con tiempo y
esperanza, talvez hasta lleguemos a una solución. Pero hebremos resuelto sólo
esa parte minúscula. En cambio si discutimos un plan general impositivo, donde
queden claras las normas con las que se aplican las alicuotas, habremos
resuelto un punto mucho mas amplio y abarcativo, pero seguiriamos teniendo
filtraciónes por otros lados. Ahora, si lo que definimos es nuestro objetivo
como pueblo, de manera clara y objetiva, marcando principios, valores y
virtudes. Veremos cómo automáticamente la solución a los problemas, y los
métodos a seguir aparecen claros y nitidos frente a nuestros ojos.
En “Bases y puntos de partida para la organización política de la República
de Argentina”, J. B. Alberdi senta las
bases, valga la redundancia, para la Constitución Argentina. no habla del
sueldo mínimo de los docentes, habla de la importancia de la educación,
(diferenciandola incluso de la instrucción), y es a partir de ese punto, donde
uno comprende el peso de la educación, desde el cual un empieza a entender como
debemos organizar nuestra educación, y nuestra instrucción, y los sueldos y
aguinaldos dejan de ser problemas.
Si sabemos qué queremos, sabremos como conseguirlo.
Empecemos por el principio, pensémos en los principios.
Lo escribiste vos? me encanta, sino, me encanta igual.
ReplyDeletePatariki.